Caso Daniel
HIDALGO y Olga SOUTO CASTILLO: el escenario de
estos hechos es Fitz Roy 137, un edificio de departamentos donde se realizó una
inspección ocular por parte de este Tribunal, donde el propio Tribunal y las
partes constatamos la imposibilidad de la versión de los hechos, que ha traído
a este Tribunal Mario MENDEZ. Ninguna de las circunstancias que el acusado ha
intentado hacer mención en su defensa, pudieron haber ocurrido atento las
dimensiones y características del departamento y del edificio, donde fueron
fusiladas ambas víctimas.
En cuanto a la
persecución de las víctimas previo a su fusilamiento por parte de los
integrantes del Equipo de combate contra la subversión, con algunos agregados
como CORRES o GARCÍA MORENO, está constatada en archivos de Inteligencia, donde
Daniel HIDALGO por lo menos desde 1974, por la DIPBA, como integrante de MONTONEROS.
También ha sido
relevada por la Inteligencia cada participación que ha tenido en asambleas
estudiantiles.
Presidente: señor Fiscal,
vamos a dar por concluida la jornada de esta mañana, y vamos a reiniciar a
partir de las 16:00 horas. Se levanta la sesión.
doctor CÓRDOBA Fiscal
Caso HIDALGO –
SOUTO CASTILLO (cont.): como ya habíamos mencionado
se trató de un hecho ocurrido en Fitz Roy 137. En la inspección ocular se
observó imposible la versión que dieron algunos de los acusados, así como la versión
oficial de la época, absolutamente incompatible con las características
edilicias, tanto las del propio edificio como las del edificio que está
enfrente.
Ambas víctimas
fueron ultimadas en el departamento 1 del cuarto piso, por integrantes del
equipo de lucha contra la subversión, al cual se habían agregado otros
oficiales como CORRES y GARCÍA MORENO, el prófugo de esta causa.
Las víctimas eran
perseguidas tiempo antes: HIDALGO tiene registros de inteligencia del año ’74,
donde se lo señala como integrante de MONTONEROS. Su participación en asambleas
universitarias también fue registrada.
En noviembre ‘75
fue colocado en una lista de participantes en agrupaciones extremistas de
MONTONEROS y ERP.
En la ficha de
PRINCIPI se lo vincula con un grupo de personas cercano a MONTONEROS entre los
que se menciona a HIDALGO, correspondiente al período junio a noviembre 76, es
decir hasta el tiempo que fue secuestrado.
Por su parte SOUTO
CASTILLO fue perseguida. Su hermana Isabel Cristina SOUTO contó que desde hacía
tres años antes era perseguida, que Olga
militaba en la UES de Mar del Plata desde sus 17 años, por lo que se fue de la
casa de sus padres. Fue encontrada después
por el Equipo de lucha contra la subversión del Departamento 3 de
Operaciones.
Como antecedentes
concretos podemos señalar el secuestro de Eduardo HIDALGO, a quien torturaron
preguntándole por el paradero de su hermano y también el secuestro de sus
padres.
Respecto del hecho
en sí, Daniel y Olga habían ya sobrevivido a un intento de secuestro ocurrido
en junio de 76, y también en el allanamiento de 11/76 en calle Paunero, donde
fueron secuestrados GONZALEZ y JUNQUERA. Ante dos intentos de capturarlos, esas
dos sobrevivas que habían tenido no fueron dejadas pasar por el Ejército: al
encontrarlos a la tercera vez, lo ultimaron en el lugar donde estaban.
De estos
secuestros unas horas anteriores a la ultimación, me refiero al secuestro de
los padres HIDALGO y FALANCIOTTI, dio cuenta el diario La Nueva Provincia quien
incorporó con fuente en el Comando, la información que habían sido detenidas
tres personas, refiriéndose a sus padres y hermano.
Hay actas labradas
en el expediente sobre identificación y entrega de cadáveres. Fue un operativo
planificado, organizado y ejecutado para ultimar a las víctimas, atacándolos
por sorpresa con un potencial militar exorbitante respecto de aquéllas. Eso
quedó acreditado con las declaraciones de ALGAUCIL, LOPEZ, ALVAREZ, FLORENTIN,
DELGADO testimonios coincidentes y complementarios.
DELGADO declaró
que estaba en ese edificio, y antes del primer disparo escuchó gritos de voces
de alto, personas corriendo en el pasillo y luego disparos. Ubica acciones
ofensivas previas a cualquier explosión, al contrario de lo que intenta
hacernos creer MENDEZ. Se trataba de un intento de detención.
Los testimonios de
estas personas dejaron en claro que el Ejército tenía controlada la situación,
y que en todo momento contó con un dominio absoluto.
ALGAUCIL declaró
que un oficial le ordenó no salir de su casa, y que este oficial no evidenciaba
el temperamento de alguien sometido a peligro. Actuaba bajo una situación
controlada, incompatible con la versión de enfrentamiento dada después.
LOPEZ declaró que
una persona uniformada le dijo que no saliera del departamento, sin evidenciar
encontrarse en una situación fuera de control.
Los vecinos dieron
cuenta de las dimensiones de la
violencia desplegada en el operativo. FLORENTIN vio luego del hecho una
gran cantidad de sangre.
Todas las
afirmaciones dan cuenta en modo coincidente que las explosiones se produjeron
dentro del departamento donde fueron encontradas las víctimas, no en el pasillo
ni en partes comunes ni en la escalera como se ha versionado.
A igual conclusión
conduce la información del diario La Nueva Provincia que dice que los
periodistas que se hicieron presentes el 15/11/76 observaron que la vivienda (y
no otras partes del edificio) había sufrido daños, que en el interior había
sangre e impactos de proyectiles en las paredes.
El comunicado que
evidencia la acción psicológica por parte de la Inteligencia Militar, atribuyó el tiroteo y las explosiones al
accionar de las víctimas, evidentemente con la intención de delinear una
coartada.
Hay un testimonio
incorporado por lectura, el de Mario Emilio MARINELLI que da varias de las
claves de este caso: dijo que ingresó entre las nueve y media y diez de la
noche, y que previo a entrar al edificio escuchó una fuerte discusión de voces
masculinas en el séptimo piso. O sea que a esa hora el edificio ya estaba
tomado. Al ingresar a su departamento escuchó un disparo, vio descender desde
pisos superiores una gran cantidad de soldados armados, uno de los cuales le
indicó que se metiera a su departamento. Luego comenzó una serie de disparos y
estruendos, es decir que da una secuencia clara de cómo fueron los hechos.
Indicó también que
los soldados estaban rodeando el edificio y ubicados en el techo, y que desde
el edificio de enfrente perteneciente a las Fuerzas Armadas se acribilló todo
el frente del departamento.
Tras la
evacuación, por la escalera pasó un soldado con una bolsa chorreando sangre,
que le dijo que allí “llevaba los sesos”. Otro soldado le describió que al
muchacho “lo remataron con un disparo”.
Otro detalle que
declaró MARINELLI es que se acercó al departamento luego del hecho, y vio que
la puerta tenía la marca de un pie “como si la hubieran pateado”. Lo cual da
por tierra la versión de MENDEZ, GARCIA MORENO y otros acusados, sobre que la
puerta había sido volada.
MARINELLI declaró
que ingresó al otro día al departamento, que había una guardia militar, y que
vio que en el baño había una gran mancha
de sangre, por lo que concluyó que allí había muerto alguien.
Esto corrobora la
versión que va siendo comprobada, que a Daniel HIDALGO lo fusilaron en el baño,
en tanto que a SOUTO CASTILLO, MENDEZ la fusiló en una habitación. Relató
también MARINELLI que al otro día el Ejército requisó cada uno de los
departamentos y que secuestraron a dos jóvenes más, los que luego fueron
sometidos a tormentos.
Esta versión es
concordante con lo declarado por Félix JULIAN, que fue careado con MENDEZ.
Quedó comprobado a través del careo que
MENDEZ ultimó a SOUTO CASTILLO y otro oficial del Ejército hizo lo propio con
HIDALGO.
Por este caso
MENDEZ ha sido indagado y ha dado una versión que tiene una lógica en sí, no
tiene muchas contradicciones pero admitiría otras formulaciones. La versión de
MENDEZ no le permite al acusado ir más allá del primer o segundo piso. No se
puede acercar más al hecho en una versión que abunda en detalles irrelevantes. La
versión que hubo allí algún caso de legítima defensa, queda desvirtuada porque
no se acreditó que hubiera bombas cazabobos, que hubiera explosivos en alguna
columna, tampoco se constataron las granadas detrás de la heladera, ni el
secuestro de los elementos que hicieron constar, ni las armas, ni las heridas
que supuestamente tuvieron los oficiales que hubieran sido atacados.
En cambio se
acreditó fundadamente que ambas víctimas eran buscadas, que los que
participaban en el operativo conocían acabadamente quiénes eran a los que
buscaban, tenían fotos, tenían el recuerdo de los intentos de secuestro
anteriores, así como la información suministrada en la labor previa de
Inteligencia. MENDEZ participó en el operativo: es imposible que alguien que
participó en un operativo antisubversivo, de secuestro de personas concretas en
circunstancias elegidas especialmente y sobre seguro, luego de desplegar
operativos de cercado de la manzana, rodeo de la vivienda, y la planificación
para actuar sobre las víctimas, no supiera qué iba a hacer ni a quién iba a
buscar. Por eso es que se comprobó que MENDEZ ingresó al departamento, estuvo a
la vanguardia de ese despliegue y una vez que estuvo frente a SOUTO CASTILLO la
fusiló personal y directamente, acribillándola con veinte disparos.
Esos hechos están
acreditados y serán materia de desarrollo al momento de analizar su
responsabilidad.
IBARRA mismo
corroboró estas circunstancias cuando en el “juicio por la verdad” declaró que
él y su personal a cargo ejecutaron el operativo, pero los que fueron al frente fueron los oficiales más jóvenes,
entre los que estaba MENDEZ.
En el acta de
entrega a familiares, surge de la actuación policial que personal militar
trasladó a la morgue los cadáveres. Consta que el operativo terminó a las tres
de la mañana, y que el Jefe del Departamento 2 de Inteligencia ALVAREZ dijo que
el lugar se encontraba bajo control y vigilancia militar.
Esta acta constata
las circunstancias mencionadas por los testigos en cuanto al horario y
extensión del operativo.
Respecto de las
heridas que ocasionaron la muerte, consta en la causa los veinte disparos que
MENDEZ asestó a SOUTO CASTILLO. También la publicación del diario, que al otro
día dijo que el hecho no provocó bajas ni heridos entre los oficiales.
El cadáver de
HIDALGO fue entregado a sus padres pero el cadáver de SOUTO CASTILLO fue
inhumado bajo el nombre de Delia Esther GARCIA.
Insistimos en que
los oficiales que actuaron tenían pleno conocimiento de la identidad de ambos.
Como resultado del
cambio de nombre antes aludido, SOUTO CASTILLO estuvo quince años desaparecida,
aún en el año ‘84 la madre la buscaba.
Esto es
responsabilidad directa de MENDEZ y el equipo de combate, por lo que no son
ajenos los miembros del Departamento 3 de Operaciones, incluido el jefe BAYON.
La falsedad de esa
identidad contó también con la participación de los funcionarios judiciales,
que omitieron cualquier diligencia posible para determinar la identidad de una
persona. Si el Poder Judicial hubiera sido ajeno, al recibir el expediente
administrativo, tendría que haber citado a los familiares de Delia Esther
GARCIA. Por el contrario no citaron a nadie, inhumaron el cuerpo con cualquier
nombre sabiendo que lo hacían.
El acta inicial de
la PFA establece, como la fuerza convocada en el lugar, que el Ejército
ignoraría los datos filiatorios de las víctimas, eso es falso.
Fue una decisión
judicial la que determinó la desaparición durante quince años de la mujer.
Vamos a repasar la
prueba documental que contó con una operación psicológica para hacerlo aparecer
como uno de los enfrentamientos que las “fuerzas legales” montaron para
encubrir este hecho.
Esta foto de
Daniel HIDALGO es la única que ha quedado de él, está adulterada, los bigotes
están pintados a mano (exhibe) allí se da cuenta del comunicado del V Cuerpo,
donde el propio V Cuerpo asume la operación. Por otro lado el servicio de
Inteligencia Naval en el año ‘77 incluía pedidos de captura con los nombres de
las víctimas. Ahí vemos a Olga SOUTO (exhibe), su captura formaba parte de los
registros de Inteligencia a pesar de haber sido ultimada.
Luego está la
nómina de “activistas subversivos”: se puede ver a Daniel HIDALGO y otras
victimas. Fichajes de Inteligencia de cada uno de ellos y fichaje de PRINCIPI,
donde se lo vincula con HIDALGO y a la OPM MONTONEROS.
El Ejército
decidió condecorar a quienes participaron en estos fusilamientos, profundizando
la acción psicológica para presentarlo como un hecho de combate en la “guerra”
que estaban llevando a cabo. Monseñor MAYER bendijo las medallas que se le
entregaron a MENDEZ, CORRES, GARCIA MORENO y ARROYO.
Como síntesis del
caso quedó probado que HIDALGO y SOUTO CASTILLO fueron fusilados por un
operativo militar integrado por miembros del equipo de lucha contra la
subversión, quienes dieron previa tortura sobre otras victimas (el
hermano, los padres de HIDALGO), con el lugar en que se encontraban.
En el caso de
SOUTO CASTILLO la crueldad incluyó el ocultamiento del cuerpo. Eso originó a
partir de una carta enviada a los padres, diciéndole que estaba embarazada, la
corroboración de lo que MENDEZ le dijo a JULIAN, que había fusilado a una mujer
embarazada.
Del daño del hecho
dio cuenta Isabel SOUTO, destacó el alivio de hallar su cuerpo, que no tenían
que seguir buscando, lo que había sido no más que una decisión cruel.
La prueba se
integra además con el expte. 387, 185, informe pericial del EAAF, notas
periodísticas, vistas fotográficas, el informe del Departamento Catastro de la
Municipalidad de Bahía Blanca y el plano del inmueble Fitz Roy 137.
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