En 1977, a metros
del centro clandestino La Escuelita en pleno funcionamiento, autoridades
militares, civiles y eclesiásticas de Bahía Blanca condecoraron a cinco oficiales
por sus servicios al terrorismo de Estado. 36 años después, Bahía Gris comparte
imágenes del día que las “fuerzas vivas” celebraron la muerte y repasa el
presente de aquellos cruzados: uno fue condenado, otro afronta su primer juicio,
dos están prófugos y el torturador Julián Corres murió procesado.
Por Diego Martínez *
El domingo 29 de mayo de 1977, en el marco
del 167°
aniversario del Ejército, altos
mandos de las tres fuerzas armadas condecoraron a cinco oficiales “que
se destacaron en la lucha contra la subversión”, según afirmó al bendecir las
medallas el sacerdote Jorge Mayer, arzobispo de Bahía Blanca. Secundado por uniformados
de todas las fuerzas, civiles de traje y señoras con tapado de piel, el general
Osvaldo Azpitarte se comprometió a luchar “hasta que haya desaparecido el
último terrorista subversivo”, frase que eligió para titular el diario La Nueva
Provincia. De la ceremonia participaron el intendente
de la dictadura Víctor Puente, “representantes del Poder Judicial” e “invitados
especiales”, apuntó el cronista de los Massot.
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Foto de tapa de La Nueva Provincia. |
“La
ceremonia, en la plaza de armas del comando en Villa Floresta, tuvo por marco
natural una mañana de cielo límpido y sol, el rigor del frío que marcaba una
brisa fuerte, pero el calor humano de todos los que allí se congregaron,
especialmente civiles, familiares de los soldados e invitados especiales”, contó
LNP. Nada decía el artículo sobre el centro de tortura y exterminio que funcionaba
a 300 metros, donde los secuestrados sobrevivían hasta que esos mismos
militares decidían matarlos y desaparecer sus cuerpos o bien acribillarlos en
enfrentamientos fraguados.
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Mayer, militares e invitados especiales. |
El
primer discurso estuvo a cargo del representante de la iglesia católica. Mayer agradeció a los militares “su valiente entrega y desinterés al
servicio de la Patria” y fustigó a “una guerrilla terrorista que ha violado
constantemente la más elemental convivencia humana, iniciando, sembrando y
continuando a sembrar (sic) la subversión con violencia y odio”. Pidió ayuda “al
Señor” para los “defensores de la paz, la concordia y la fraternidad, humana y
cristiana” y aseguró que actuaban “bajo el imperio de la ley de la justicia”.
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El arzobispo Jorge Mayer bendice las medallas de los represores. |
“El instante más emotivo, al borde de las lágrimas para muchos, estuvo dado
cuando cinco jóvenes oficiales –desde un capitán a un subteniente- recibieron
sendas medallas por su heroicidad demostrada en combate, por haber sido heridos
y por haber salvado a un camarada en tan difícil trance”, apuntó el diario de
los Massot, consustanciado con las operaciones de acción psicológica
desplegadas para encubrir secuestros, torturas y asesinatos. 36 años después,
el proceso de Justicia comienza a reubicar algunas piezas en su lugar y
permite conocer los verdaderos méritos de los condecorados.
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Foto Marcelo Núñez. |
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Mario Carlos Antonio Méndez, a quien sus
camaradas llamaban “El Loco de la Guerra” (ver perfil en La virgen lo perdonará) fue condenado el año pasado a prisión perpetua por el
Tribunal Oral Federal de Bahía Blanca. Quien le entregó la medalla en 1977 fue
el contraalmirante Rafael Serra, comandante de la aviación naval, la fuerza que
protagonizó los vuelos de la muerte.
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Subteniente Méndez y contraalmirante Rafael Serra. |
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Foto Diario del Juicio. |
Carlos Enrique Villanueva afronta su primer
juicio por delitos de lesa humanidad en Córdoba (ver El diario del juicio). Ante secuestrados del centro clandestino La Perla, “el Gato”
contó que los desaparecidos de La Escuelita bahiense eran arrojados al mar. En
1977 volvió fugazmente a Bahía para recibir la condecoración que le entregó el
comandante de operaciones navales, vicealmirante Antonio Vañek, quien ahora
cumple una condena de 40 años de prisión por el plan sistemático de robo de
bebés y es juzgado por su rol en la ESMA.
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Teniente primero Villanueva y vicealmirante Antonio Vañek. |
Miguel Angel García Moreno está prófugo
gracias a la excarcelación que le obsequió el juez bahiense Gustavo Andrés
Duprat. Cuando el Tribunal Oral Federal ordenó su detención para iniciar el
juicio ya había abandonado su piso del barrio de Belgrano. García Moreno fue
legislador porteño y funcionario de la presidencia interina de Eduardo Duhalde.
La condecoración se la otorgó el general Osvaldo René Azpitarte, máximo
responsable del terrorismo de Estado en Bahía Blanca, que fue procesado en 1987
y murió en 1989 mientras Menem firmaba su indulto.
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Capitán García Moreno y general Osvaldo René Azpitarte. |
Carlos Alberto Arroyo también está prófugo.
A pesar del antecedente de García Moreno y los reclamos de los fiscales, el TOF
permitió que siguiera libre hasta fijar fecha de inicio del juicio en curso. Cuando
ordenó la detención, ya no estaba. Arroyo integró en los ’90 la custodia del
presidente Menem y pasó a retiro en 2003. La condecoración por los homicidios
agravados de Daniel Hidalgo y Olga Souto Castillo se la entregó el
contralmirante Roberto Wulff de la Fuente, comandante de la infantería de
marina, que tenía su propio centro clandestino en la base Baterías.
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Teniente Arroyo y contralmirante Wulff de la Fuente. |
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Corres y Catuzzi. |
Julián Oscar Corres, que aplicaba la picana
durante los interrogatorios, murió antes de ser juzgado. “El Laucha” admitió
durante el Juicio por la Verdad que ese era su apodo en La Escuelita y que
oficiaba de “jefe de guardias”. Fue detenido en abril de 2008 y tres meses
después se fugó de la delegación bahiense de la Policía Federal. Estuvo prófugo 23 días, hasta que lo encontraron en la casa de su madre en Villa Constitución. Pasó sus últimos años en la cárcel de Marcos Paz
y murió internado en el Hospital Militar. La condecoración se la entregó el
general Abel Catuzzi, segundo comandante del Cuerpo V, quien fue procesado en
1987, de inmediato recuperó la libertad gracias a la ley de obediencia debida y
murió impune diez años después.
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Corres detenido tras su fuga de 23 días. |
Después
de “una ejecución de diana en honor de los distinguidos” tomó la palabra el
general Azpitarte. El comandante del Cuerpo V repasó la historia del ejército, destacó el coraje ante “el
invasor inglés”, durante la Revolución de Mayo y en la lucha por la
independencia. Como introducción al genocidio indígena mencionó los “alaridos
del salvaje que ponían un escudo de atraso a la civilización”. Al mando del
teniente general Roca y “sin más uniformidad que la del filo de sus sables, el
Ejército se convirtió en vanguardia de progreso, marcando el rumbo a animosos
estancieros que fueron asentando la prosperidad en el desierto”. Reivindicó al
general Richieri como símbolo de la modernización de la fuerza y por último se
refirió a la “historia reciente”, al “imperialismo ideológico que ahoga la
libertad y adormece el espíritu creador”. Como respuesta, “otra vez el Ejército
unido a la Armada y a la Fuerza Aérea entró en una nueva etapa de su gloriosa
trayectoria, haciendo frente a ese
terrorismo marxista que impunemente avanzaba en su desesperada empresa
destructora”.
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General Osvaldo Azpitarte. |
Azpitarte se comprometió a “continuar la lucha, no sólo hasta que haya desaparecido
el último terrorista subversivo, sino hasta que los venenosos ideólogos, los
delincuentes económicos y todos aquellos que de una u otra forma, atacan la
esencia de nuestra nacionalidad, una vez descubiertos reciban el condigno
castigo que la ley señala”. Advirtió que “el éxito final no será posible sin la
presencia activa de la población, que en este grave trance ha demostrado
entereza y gran sentido de responsabilidad, participando en la medida de sus
posibilidades”. El acto terminó con un desfile de militares, marinos y reservistas
frente al palco oficial.
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Imágenes extraídas del documental La Escuelita, gentileza de Rodrigo Caprotti. Imágenes LNP: hemeroteca de la Biblioteca Popular Bernardino Rivadavia de Bahía Blanca.
Bahía Gris agradece toda colaboración para identificar al resto de las
autoridades e “invitados especiales” presentes en el Cuerpo V aquel domingo de
mayo de 1977.
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Militares e invitados/as especiales. |
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General Azpitarte y arzobispo Jorge Mayer. |
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Invitados especiales, en el interior del comando. |