CÓRDOBA
(Fiscal): Caso María Eugenia GONZALEZ y Néstor Oscar JUNQUERA: Al momento de
ser secuestrado, Néstor JUNQUERA tenía 25 años, trabajaba en la Petroquímica de
esta ciudad y estaba casado con María Eugenia GONZÁLEZ de 23. Tenían un hijo de
dos años, Mauricio y una hija, Anahí, de seis meses. Vivían en calle Paunero
612. Momentos antes Néstor y Mary, habían sido visitados por su hermano y sus
padres. Ella estaba en reposo por la pérdida de un embarazo. El secuestro fue
en horas del mediodía del 9 de noviembre, por un grupo de tareas de civil, a
cara descubierta, armados con itakas que usaban vehículos Ford Falcón. El
vecino, BERLATO, quedó a cargo de los niños de 2 a y 6 meses. Luego del
secuestro se los entregó a sus abuelos. Tanto Néstor como María Eugenia tenían
militancia política y social y eran cercanos a grupos católicos que tenían como
referente a Néstor NAVARRO, que declaró en este juicio y dijo que supo de la
desaparición, al igual que Carlos SANABRIA, quien remarcó los valores de su
amigo. Los sobrevivientes llevan sobre sí marcas de dolor, no solo por lo que
les ha pasado a ellos, sino por la muerte de quienes han compartido la vida.
Jorge SEMPRUN habla en su libro de lo que significa ser sobreviviente de estos
campos de concentración, haber sobrevivido a la muerte propia, pero no a la de
los compañeros. El se dice sobreviviente, pero ya se murió con los amigos que
mataron al lado de él. En el procedimiento de Paunero, después del secuestro
saquearon la casa, sus pertenencias, el auto. Esto, acreditado por la
declaración de Armando JUNQUERA, GONZÁLEZ y BERLATO. Numerosos sobrevivientes
lo recordaron en el Centro Clandestino de Detención La Escuelita, MONGE dijo
que lo conocía a Néstor porque trabajaban juntos. Fue sometido a una de las
peores torturas: MONGE fue obligado a percibir la tortura de Néstor JUNQUERA, a
quien tenían atado arriba de una tabla y metían adentro de un tambor de agua,
lo golpeaban con palos de goma y lo interrogaban sobre su “nombre de guerra”.
Tras haber dicho eso, el defensor VIDAL le preguntó a MONGE cuál era el “nombre
de guerra” de JUNQUERA, que le estaban preguntando en ese momento. MONGE dijo
que fue el peor momento de su vida, cuando pretendieron que reedite ese
sufrimiento. María Eugenia FLORES RIQUELME, pareja de MONGE, también compartió
cautiverio con GONZALEZ y JUNQUERA. Habló con ella en el centro clandestino, se
enteró que estaba allí Néstor, que había sido muy torturada. Isabel TRIPODI
habló con ella y la describió, Mary le contó que tenía dos hijos, un nene y una
nena, y que habían sido muy torturados. Alicia PARTNOY dijo que reconoció
utensilios de la casa y ropa de Mary en el centro clandestino. Los guardias del
CCD hablaban de ellos dos, luego que habían sido ultimados. Tanto RIQUELME como
TRIPODI ubicaron a mediados de diciembre de 1976 cuando fueron sacados de allí,
junto con una chica bioquímica y otra chica, se refieren a Rita MERCERO. Que
habían sido arrojados al mar, como se enteró Patricia CHABAT al ingresar a la
U4. Queda acreditado el secuestro, la tortura y la muerte por motivación
política de ambas víctimas. La documentación que prueba el hecho, también tiene
que ver con informes de inteligencia de carácter “secreto y confidencial”, en
los que figuran identificados sus nombres y se los sindica como prófugos.
Pedidos de captura por ser integrantes del frente territorial de montoneros.
Este informe que habla de ellos, da una nómina de personas a capturar por
orden del Jefe del Área Militar 181 con asiento en Bahía Blanca. Eso deja sin
efecto los intentos de desvirtuar la existencia del Área y que era una unidad
administrativa, y no un elemento operativo del Ejército. En esa lista del área
181 (en pantalla) está el nombre y datos de María Eugenia GONZALEZ, casada con
Néstor JUNQUERA alias “Emilio”, activista y prófuga. También está Armando
LAURETTI, luego llevado a “la escuelita”; Alejandro Tomás MÓNACO, Juan Carlos
MONGE, Alicia MORETTI, Carlos RIVERA, también lo sindican como prófugo luego lo
fusilarían, José Luis ROBINSON, otra de las víctimas. Y luego hay un
distribuidor desde el Batallón de Inteligencia 601, DIPBA local y otros.
Se
pide ahí la captura de Heldy Rubén SANTUCHO, de Hugo SING CHUANG, y se lo
distribuye a diferentes destinos de Inteligencia. Hay un documento
significativo de inteligencia, donde se ubican en un esquema que la
inteligencia atribuía a montoneros. Se ubicó como responsable a Pablo
FORNASARI. A la derecha se habla de Viedma (exhibe en el proyector), esa
mención fue hecha por Oscar MEILÁN, que dijo que mientras estaba en la cárcel,
Leonardo NUÑEZ le hablaba “¿así que ‘Fortín Viedma’?”. Esa información de
inteligencia en la que se iba estableciendo la estructura de persecución,
estaba también en conocimiento del oficial de enlace del servicio
penitenciario, a cargo de SELAYA y luego de MIRAGLIA. El informe señala a Pedro
GUTIÉRREZ como prófugo, a José PERALTA como fallecido, a “Pereyra” el alias que
atribuían a una de las víctimas; de Juan Carlos CASTILLO, de Tomás MONACO, de
Rubén SAMPINI, de PEIRIZ quien fue víctima junto a MARIANI en La Plata, Máximo
CARGNELUTTI secuestrado en la ESMA, MACCHI secuestrado en “la escuelita”,
hablan de Zulma Araceli IZURIETA “det” o sea detenida, a quien tenían
secuestrada al momento de elaborar este informe; de “Diana” compañera de
“Emilio” el alias que le atribuían a JUNQUERA; hablan de Ricardo GARRALDA, del
hermano de MACCHI, de CIOCCHINI, de Zulma MATZKIN, de Silvia CASTILLA. Es decir
allí se estableció toda la línea de persecución que tendrían a partir de la
labor de inteligencia, las fuerzas armadas y policiales. Hay un tercer
documento por demás significativo de lo que implicaba la desaparición, que
confirma el fusilamiento. Fechado el 3 de febrero de 1977 de carácter secreto y
comienza diciendo “Por información suministrada por el Departamento 2 de
Inteligencia”, quienes revistaban en ese departamento eran ALVAREZ, TEJADA y
CONDAL. Es decir que la información que se suministra en este documento
proviene de la actividad de estos acusados. Se determina la actividad de
montoneros, y menciona a militantes de la UES: ILLACQUA, LOFVALL, CEREIJO,
hablan de un operativo en la calle Cervantes, donde efectivamente operaron.
Hablan de ERALDO, quien está desaparecido en la causa de la Armada; de Carlos
Samuel SANABRIA, detenido; de Alicia PARTNOY a quien también sindican como
detenida. El Departamento 2 de Inteligencia sabían que estaban detenidos.
TEJADA y CONDAL revistaban ahí.
Habla
ese documento de cómo ocurrió el caso de CUESTA; señala que requisado el
domicilio de Pedro Pico fue detenida Elizabeth FRERS a quien le asignan
diferentes hechos. Allí también en este informe producido por el Departamento 2
de Inteligencia se habla de Fernando JARA, Carlos PRINCIPI, Carlos
SANABRIA, de los que ya he nombrad, y también de BONFIGLIO que también
estaba desaparecido.Cuando decía que este documento prueba la eliminación, el
fusilamiento de los desaparecidos: cuando habla de Carlos ILLACQUA alias
“Batata”, a quien también la oficialidad del servicio penitenciario ubicaba con
el mismo nombre que lo ubicada la Inteligencia del Departamento 2, lo que
prueba la estrecha vinculación entre ambos, dice que el responsable principal
de CUESTA, hablan de Carlos ILLACQUA responsable del Barrio Noroeste junto con
“Emilio”, el alias que le asignaban a JUNQUERA, y dice “fallecido” y la mujer
de éste, Diana y dice “fallecida”. Este documento señala que a esa fecha habían
sido ultimados tanto JUNQUERA como GONZALEZ. Esa información estaba en
conocimiento de los autores aquí presentes, que siguen ocultando qué hicieron
con esos cuerpos. Coincidente con los relatos de los testigos, que en diciembre
dejaron de ser escuchados y en febrero los mataron. Los tenían perfectamente
identificados, conocían sus entornos y qué habían hecho con cada uno de ellos.
La eliminación y el manejo de la información es una decisión que tomaron y
siguen tomando los acusados. En la casa de GONZALEZ y JUNQUERA encontraron la
carta que Eduardo HIDALGO le mandó a su hermano, en la que le contaba del
primer secuestro y las cuestiones por las que había sido interrogado. Nos da
una secuencia de hechos: al mediodía se consuma el secuestro de GONZALEZ
y JUNQUERA, encuentran la carta de HIDALGO. Horas después Eduardo HIDALGO fue
secuestrado, lo que muestra el “ida y vuelta” entre Inteligencia, Logística y
Operaciones. “El Tío” aparece despúes en el centro clandestino leyéndole la
carta a Eduardo HIDALGO y le dice “a vos te tenemos, a tu hermano ya lo
vamos a encontrar”.
Y lo
hicieron. A los cinco días Mario MÉNDEZ, Julián CORRES, GARCÍA MORENO, Carlos
ARROYO, al mando de Emilio IBARRA fusilaron a Daniel HIDALGO y Olga SOUTO
CASTILLO, que es un hecho que se inscribe dentro de esa continuidad represiva.
Esto da cuenta que el tejido ilegal de inteligencia fijaba el “blanco”,
acumulaba la información y una vez señalado, disparaba los operativos de
“cacería” de personas destinadas a obtener información, y por último reservarse
la decisión de quién tendría que morir y quién seguiría viviendo. En síntesis
ha quedado demostrado que el matrimonio GONZÁLEZ – JUNQUERA fue secuestrado de
su domicilio el 9 de noviembre de 1976, trasladados a “la escuelita”, torturados
y luego asesinados entre las fechas ya indicadas, entre fines de ese año
y febrero del 1977, y sus cuerpos permanecen desaparecidos. La constancia
documental que acredita estos hechos es: el expte. 255, expte. 86/9, el expte.
109/12, el expte. 968/76 y el legajo CONADEP 1454. En cuanto al daño de estos
hechos, fue por demás transmitido por parte de los hijos de estas dos víctimas:
Mauricio, quien habló de cómo a partir de esta información, comprendió la
muerte de sus padres en un acto escolar. Rescato de los daños, actualizo los
daños de los que habló Anahí JUNQUERA, cuando dijo que esto la imposibilitó a
estudiar porque uno de los funcionarios judiciales que intervino en el
expediente de sus padres, era profesor de la Universidad, Hugo SIERRA. Si uno
piensa en las secuelas, uno repasa que quedaron con sus vecinos después del
hecho, afrontaron la vida con sus abuelos. Ellos tuvieron que descubrir las
desapariciones, deducir las muertes, y descubrir la verdad mientras vivían.
Esa verdad debe ser parte de la sentencia, debe erigirse en los
fundamentos del fin de la impunidad de estos autores.
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