Caso
Fernando JARA: si uno leía el diario La Nueva Provincia el 17/12/76 se
encontraba con … aclaro por lo que implica la desaparición, y la imagen del
cuerpo, hemos decidido poner una imagen, una fotografía de cada una de las
personas desaparecidas en el proyector. En el caso de JARA no hemos hallado
ninguna imagen. Sus familiares han perdido toda imagen de él, en los sucesivos
allanamientos. Les fueron quitando todas las fotografías. Decía que si uno
agarraba el diario en esa fecha se encontraba con una publicación (en pantalla)
que decía “Fue
abatido ayer otro delincuente subversivo” y daba cuenta que había
pretendido eludir una patrulla militar en operaciones, en el acceso al barrio
Palihue. Hablan de la actuación de efectivos mientras realizaban patrullas de
rutina, y como el “subversivo” intentó cubrir su fuga con disparos de armas de
fuego. Le agregan cierto componente extra: “cubría la ciudad un gran
manto de niebla” como para darle visos de realidad a lo ocurrido. Dice que “el
subversivo se proponía distribuir panfletos”. Señala que el parte del ejército
provisto por el comando de la Subzona 51 decía: “El Comando del V Cuerpo informa…” y
repite lo ya mencionado. Eso es lo que la sociedad encontraba en el
diario de esa fecha. En realidad los hechos fueron diferentes, como ya ha sido
probado en este juicio. Fernando JARA fue secuestrado en el Barrio “Rosendo
López” de Bahía Blanca a mitad del año 76, es decir seis meses antes de esta
publicación. Aquí brindó su testimonio su hija Laura Elizabeth JARA, quien
presenció el secuestro violento de su padre cuando tenía siete años de edad.
Desde entonces tanto ella como su hermana Marcela no han sabido más de su
padre. Sobre el cautiverio de Fernando JARA en “La Escuelita” testimoniaron
Vilma RIAL, Isabel TRIPODI, Jorge ABEL y Eliseo PÉREZ desde cuyos relatos
podemos dar por comprobado que Fernando JARA llevaba meses allí secuestrado. A
fines del 76 escuchan que está vivo. Lo reconocen. Lo habían torturado todo el
tiempo y pesaba sobre él una sentencia macabra: le habían determinado la fecha
en que lo iban a matar. El mismo día y en el mismo lugar donde habían sido
muertos ROJAS y PAPINI.
Los
propios torturadores del centro clandestino le habían señalado eso. El
fusilamiento de JARA también fue puntual, fue una noche en las primeras horas
del 16 de diciembre de 1976 y a partir de allí, ese día dejó de ser escuchado
en “La Escuelita”. Lo mataron en Cerrito y Casanova, en inmediaciones del
ferrocarril. Angélica CLARO declaró que junto a su marido esa noche pasó por el
lugar,vio el operativo militar, los obligaron a retroceder y escuchó los
últimos gritos de JARA que decía: “¡no me maten!”. Hacía meses que él sabía que
ese hecho iba a ocurrir. El padre de Angélica CLARO, le dijo a ella que la
impresión que había tenido era que el procedimiento era para matar a una
persona. Obviamente a JARA lo tenían plenamente identificado sus captores, pero
su cuerpo ingresó a la morgue del Hospital Municipal como NN. Ahí vemos cómo se
empieza a producir la desaparición de esa persona, estuvo casi un mes en ese
lugar, en la morgue, y se le dio intervención al Juez Federal MADUEÑO. Éste
Dispuso su inhumación administrativa, no hizo absoluta nada para identificar a
ese cuerpo. Tampoco dispuso ninguna medida de investigación para saber quién
era el responsable, simplemente la causa judicial que hay de Fernadno JARA es
la administrativa de inhumación. Esa deliberada inacción judicial es la que
complementa luego La Nueva Provincia en el momento del hecho. En el mismo
ejemplar del 17 de diciembre de 1976 se publicó una nota que decía “No eludirán
la justicia del hombre y de Dios”. Allí se transmitía un comunicado del Vto
Cuerpo de Ejérctio en el que se daba por totalmente esclarecido el atentado en
el que murieran ROJAS y PAPINI, informando los nombres de los “responsables”,
la función que había desempeñado cada uno. Allí se menciona además de Pablo
FORNASARI, a quien habían matado unos meses antes, al igual que Pedro
GUTIERREZ, a Juan Carlos CASTILLO, a quien habían ultimado en Catriel,
mencionan como prófugo a Fernando JARA, a quien habían matado el día anterior.
Esa es la operación de acción psicológica montada desde la inteligencia militar
y plasmada en un órgano de difusión pública, para atemorizar a la población con
que había peligrosas personas sueltas.
En el
año 2003, la Cámara Federal de Apelaciones local, en el marco del Juicio por la
Verdad, solicitó una pericia necropapiloscópica, sobre el cuerpo que
había sido asesinada en aquella ocasión. Estuvo a cargo del perito ALBARIÑO y
concluyó que esas huellas correspondían a Fernando JARA. La Cámara concluyó que
la persona abatida como consecuencia de un supuesto enfrentamiento con personal
del Vto Cuerpo de Ejército en calle Casanova, fue Fernando JARA. Sin embargo el
cuerpo de JARA continúa desaparecido. Los restos que estaban en la sepultura donde
por orden administrativa y con intervención judicial, fue llevado, no son
compatibles con las características de JARA, allí pusieron a otra persona. JARA
Tenía militancia sindical y política, era trabajador portuario y según relató
su hija, era militante MONTONERO. Esa información era conocida y apreciada por
la inteligencia de la época, quien señaló a JARA como un “subversivo a
eliminar”. Hasta la actualidad los efectos de su desaparición persisten
sobre su familia y se remarca una vez más el poder absoluto. Pruebas del caso:
expediente 106/86, el informe Cementerio de Bahía Blanca de causa 11 C,
dictamen técnico pericial de investigaciones necropapiloscópicas, legajo
CONADEP 477. Como conclusión de este caso, sobresale esta condena diferida que
le habían señalado a JARA, esta tortura a plazo fijo por decirlo de algún
modo.Todos tenemos la noción de la muerte incorporada, pero vivimos a partir de
la incertidumbre de ese momento, a partir de allí es que podemos vivir y
ocuparnos de otras cosas. JARA los últimos seis meses de su vida, no pudo hacer
eso. Se lo sentenció con la certeza que iba a ser fusilado en determinado
momento, y que no podría hacer nada al respecto. Ni el recurso subjetivo a la
angustia tuvo Fernando JARA. Roberto ARLT decía que él había entendido el miedo
por algo que le hacía el padre: no lo castigaba. Contaba que en lugar de
castigarlo, el padre le decía que al otro día le iba a pegar. ARLT explicaba
cómo era peor el tiempo que pasaba que el castigo mismo. Dice que así entendió
el miedo y lo que es el terror, porque el terror es peor que el castigo. El
castigo trae un cierto sentimiento de alivio en el que sabe que va a ser
castigado y es castigado. Su realización, la realización del castigo, produce
algo en la víctima que finalmente afronta y le permite proyectar su vida de ahí
en más. Ahora el terror no tiene ningún atenuante subjetivo. En el caso de JARA
lo que estas personas han hecho es aplicar una perversión en estado puro:
decidieron que lo iban a matar y se sentaron al lado a ver cómo sufría. Es
mantenerlo cautivo sin otro fundamento que esa persona esté mortificada hasta
el día del fusilamiento, la actualización constante del poder absoluto que
estas personas aplicaron sobre las víctimas: no sólo lo avasallaban,
jugaban con el otro con perversión y crueldad. Esto también producía en
las víctimas otra certeza, estaban sujetos a una racionalidad y
discrecionalidad que los llevaba a enloquecer. No tenían salida en ese juego
mísero que estas personas hacían. Esto tornaba mucho más siniestro y cruel la
práctica de este CCD, de estas personas que deberán saber por qué no les
alcanzaba la muerte ni la desaparición, y necesitaban desarrollar esa
perversión. En síntesis Fernando JARA fue secuestrado en julio del 1976,
alojado en el CCD “la escuelita” hasta el 16/12/76 fecha en la que fue fusilado
en la intersección de calles Cerrito y Casanova de esta ciudad, y sus restos
continúan desaparecidos hasta el presente.
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