viernes, 22 de noviembre de 2019

“Aquí transitamos el infierno y el horror”

SEÑALIZACIÓN DE LA SEPTIMA BATERÍA DE PUNTA ALTA

“Aquí funcionó el centro clandestino de detención, tortura y exterminio Base de Infantería de Marina ‘Baterías’”, indica desde hoy un cartel en la séptima batería histórica de Punta Alta, en el sur bonaerense, donde fueron vistas por última vez personas secuestradas por marinos de Puerto Belgrano y sus subordinados de Prefectura durante la última dictadura. “Aquí transitamos el infierno y el horror” y “aquí escuché por última vez voces amadas y voces de compañeros queridos que no volví a ver”, resumió emocionada y con voz firme Patricia Gastaldi, sobreviviente y compañera de Horacio Russín, aún desaparecido. La señalización había sido ordenada en 2015 por el Tribunal Oral Federal de Bahía Blanca que por primera vez condenó a marinos y prefectos por delitos de lesa humanidad en esa zona y se concretó cuatro años después gracias al impulso del Movimiento por la Verdad y la Justicia de Punta Alta (MoVeJuPA).

Foto Luis Angel Salomón

Luis María Mendía
La Séptima Batería, cercana al balneario Punta Ancla (vista satelital aquí), funcionó como centro clandestino al menos desde agosto de 1976, cuando la comandancia de la Fuerza de Tareas 2 pasó del jefe de Puerto Belgrano al de la Fuerza de Apoyo Anfibio, hasta septiembre de 1977. El entonces comandante de los infantes de marina Eduardo Fracassi declaró al ser indagado que el lugar “fue habilitado por el comandante de Operaciones Navales” Luis María Mendía, el hombre que por las noches visitaba en su despacho a Diana Julio de Massot, directora del diario La Nueva Provincia, actor fundamental en la tarea de acción psicológica para legitimar el genocidio que aún ignora en sus páginas.

“Esta construcción recuerda uno de los lugares más oscuros de la historia de nuestra patria” y con su señalización como Sitio de Memoria “sentimos que resurgimos con nuestros muertos para cantar a la vida como una cigarra”, abrió el acto Stella Maris Barraza, del MoVeJuPA, con ese poema de María Elena Walsh. Destacó “el compromiso del Estado democrático de dar a conocer y condenar estos hechos aberrantes” y la importancia de dinamizar la memoria. “Nuevamente y con la memoria más terca que nunca, volvemos a marcar, señalizar, visualizar los lugares por donde pasaron cientos de compañeros y compañeras desaparecidos y también aquellos que sobrevivieron”, afirmó Alejandra Santucho, de H.I.J.O.S. Bahía Blanca, que definió a Baterías como “uno de los centros clandestinos más brutales”.

Gastaldi, secuestrada en 1976,  explicó que “transmitir, construir y mantener la memoria nos va a llevar toda la vida” pero como sobreviviente lo considera “una obligación” porque “es una de las garantías del Nunca Más”. Recordó la inspección ocular durante el juicio de 2015 y “los indicadores” que permitieron confirmar que “el lugar del horror” había sido la séptima batería, que es similar a las demás: el mangrullo, que otra sobreviviente dibujó en los ’80 cuando hizo un plano a pedido del fiscal Hugo Cañón; las piletas donde les hacían lavar ropa y platos; una “bajada muy abrupta” que los ex cautivos recordaban en el ingreso al centro clandestino, y la construcción de estilo inglés donde “recibían” a los secuestrados. “Aquí se torturó, se asesinó y se vivió el horror de los horrores, en el límite siempre entre la vida y la muerte”, destacó. “Pero también aquí escuché por última vez las voces amadas y las voces de compañeros queridos que no volví a ver, así que esto se ha resignificado como un lugar de vida, no sólo de muerte, porque si no caemos en la desesperación”, reflexionó, y agregó que “siempre sobre la muerte nace la vida”. Por último agradeció al MoVeJuPA, a “las compañeras de H.I.J.O.S.”, los miembros de la Unidad Fiscal, a sus familiares presentes y a la abogada Mónica Fernández Avello.

El mangrullo que se veía desde el CCD. Foto Natalia Maza.

Carlos Eraldo habló como hermano del desaparecido Norberto “Bocha” Eraldo, el primer cautivo de Baterías, y como hijo de Eduardo Eraldo, el sobreviviente que en 1997 declaró con certeza que había estado en “la séptima casamata” porque “conocía el lugar”. “Estamos haciendo memoria y lamentablemente la justicia es lo que más nos está costando”, reflexionó en referencia a las seis absoluciones y a las penas bajas dictadas en agosto por los jueces Luis Salas, Marcos Aguerrido y Oscar Albrieu en el segundo juicio por crímenes de la Armada y Prefectura. Tras agradecer a quienes impulsan las causas y la memoria destacó que “tenemos que segur peleando y traer a los antropólogos forenses para que hagan la revisión de todos los sectores”. Se trata del pedido de prospección del lugar que pidieron los fiscales Miguel Palazzani y José Nebbia y ordenó el tribunal oral y que aún no se concretó por la demora del Consejo de la Magistratura en enviar los fondos necesarios. “También tenemos que luchar para que este sitio sea cedido a los organismos de Punta Alta y Bahía Blanca con el presupuesto adecuado para convertirlo en un sitio de memoria”, concluyó Eraldo.


Las piletas donde las secuestradas eran obligadas a lavar ropa y vajilla. Foto Natalia Maza.
La casa donde "recibían" a los secuestrados. Foto Luis Angel Salomón.


Interior de la Séptima Batería. Foto Natalia Maza.
Foto Luis Angel Salomón.


Foto Luis Angel Salomón.

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