Mafalda Corinaldesi viajó
de Punta Alta a La Paz apenas supo de la detención de su hijo en Bolivia. Se
movió hasta que la dictadura de Hugo Banzer le probó que lo habían entregado a
la de Videla. Al volver a Buenos Aires fue secuestrada y desaparecida. Meses
después nacían las Madres de Plaza de Mayo.
Por
Diego Martínez
Mafalda Corinaldesi |
Nacido
en 1935, hijo de un chofer de la base naval de Puerto Belgrano y de una modista,
Luis Faustino Stamponi contaba que era militante gracias a su mamá. “Con su
tenacidad, sus esfuerzos, sus sacrificios, su trabajo intenso para ayudar a
mantener el hogar, lo sensibiliza y lo impulsa a mirar a su alrededor, a ver
las diferencias de clase y tomar posición, su lugar dentro de la sociedad”, escribió
su primera esposa, Alicia Borgato. Stamponi inicio su militancia en Punta Alta,
donde participó de la toma del Colegio Nacional a favor de la educación laica
durante la dictadura de Aramburu. A fines de los ’50 se sumó a Palabra Obrera y
en 1962 llegó por primera vez a Cuba para recibir entrenamiento militar. Allí
conoció a Ernesto Guevara y asumió como propia la doctrina del
internacionalismo y la estrategia continental de lucha a la que dedicó el resto
de su vida, que investigó el historiador Gustavo Rodríguez Ostria. Lloró al
leer que Guevara lo había mandado a buscar a Buenos Aires (estaba en La Habana)
para pelear en Bolivia, donde en 1969 se integró al Ejército de Liberación
Nacional (ELN) que en 1975 se convertiría en Partido Revolucionario de los
Trabajadores (PRT-B), y fue uno de los promotores de la Junta de Coordinación Revolucionaria
con los tupamaros, el PRT-ERP y el MIR chileno.
“Durante
el último conflicto, a pesar de la derrota, hemos visto agrandarse hasta lo
increíble a simples y modestos hombres y mujeres del Pueblo, conscientes de que
los pueden matar pero no esclavizar, y firmes y seguros en su triunfo final”,
le escribió a su hija el 20 de agosto de 1976, mientras según su biógrafo “cumplía
el rol de ‘responsable de los centros mineros’, el neurálgico centro de la
resistencia política a la dictadura, y fungía en los hechos como jefe del
PRT-B”. [1]
“Mi querida niña, espero ansioso noticias tuyas. No se me escapa que
pueda sucederte algo, creo que es un riesgo que todos hemos medido, pero jamás
se me ocurriría aconsejarte la pasividad, la indolencia y la ceguera frente al
dolor y la explotación para asegurar tu integridad física. ¿De qué vale ésta
frente a la injusticia y la barbarie de la sociedad capitalista?”, se preguntó Stamponi
en momentos en que la dictadura de Hugo Banzer se ensañaba con el PRT-B y su pedido
de captura entre “extremistas prófugos” circulaba por Bolivia.
Luis Stamponi (foto gentileza Nila Heredia) |
Mafalda
Corinaldesi, que había enviudado, vivía de coser y tejer para afuera y tenía
terror de que le robaran a su nieta, no dudó en viajar a Bolivia para averiguar
sobre su hijo. “¿Vos si tenés un hijo lo vas a abandonar? --le planteó a una
sobrina que le recordó el contexto--. Es lo único que tengo y quiero verlo”. Apenas
llegó a La Paz, el 13 de noviembre, notó que la vigilaban. Después descubrió
que le habían allanado la habitación del hotel aunque no le robaron nada. En el
Ministerio de Gobierno la recibió e interrogó el mayor Jorge Cadima Valdez. Le
dijo que a su hijo lo habían expulsado del país y lo habían entregado a fuerzas
de seguridad argentinas en la frontera con La Quiaca el 15 de octubre. Como
prueba le entregó un radiograma firmado por el subprefecto de Villazón.
En
la mañana del 19 de noviembre llegó al aeropuerto de Ezeiza en un vuelo de
Lloyd Aéreo Boliviano. Antes de que le sellaran el pasaporte vio que le
avisaron a un hombre de civil, que la siguió hasta el hotel. A las cinco de la
tarde, con ruleros y un pañuelo para romper el seguimiento, se entrevistó con
su nuera, quien le advirtió del peligro y le aconsejó volver a Punta Alta.
“Usted no me puede pedir eso. Soy la madre, voy a luchar hasta el último
momento para saber dónde está mi hijo”, respondió. “Estaba convencida de que
sus trámites iban a dar resultado. Nunca imaginó la bestialidad de lo que
estaba pasando. Sólo pensaba en encontrar a su hijo y cuidarnos a nosotras”,
recordó treinta años después Borgato, quien se radicó en Cuba. En los primeros
minutos del 20 de noviembre, el día que cumplía 60 años, tres hombres de civil
la secuestraron del hotel Esmeralda.
Las desapariciones de madre e hijo formaron parte cuarenta años
después del juicio por la Operación Cóndor, como se denominó la coordinaciónrepresiva entre dictaduras del Cono Sur. Por el caso Stamponi fue imputado el
ex dictador Jorge Rafael Videla; por el de su madre, Jorge Olivera Róvere,
dueño de vidas y muertes de la capital argentina en 1976. Ambos murieron
durante el proceso. La Corte Penal de Roma que en enero condenó a ocho ex altos
mandos de Bolivia, Perú, Chile y Uruguay por víctimas del Cóndor de origen
italiano también incluyó sus casos, por los que dieron testimonio Rodríguez
Ostria, Fernández y Nila Heredia, militante del PRT-B secuestrada y torturada
en abril de 1976 y última compañera de Stamponi.
“Luis siempre se refería a su mamá con mucho cariño, su
padre había muerto varios años antes”, recuerda Heredia. “Tengo la impresión de
que su madre acompañó y protegió las ideas de Luis. Su presencia en Bolivia
para reclamar por él demuestra cuánto lo quería. Con seguridad habría sido una
de las luchadoras por la aparición con vida de su hijo”, agrega la ex Ministra
de Salud de Evo Morales. “Lastimosamente la desaparecieron de un modo atroz luego
de ser engañada, postergada y burlada en la información que el Ministerio de
Gobierno le trasmitió respecto de la fecha de la entrega de su hijo a la
represión argentina. Con seguridad el retorno a Buenos Aires fue comunicado por
el Ministerio de Gobierno boliviano al argentino, de otra manera no se podría
entender que la misma noche la detuvieran y desaparecieran”, destaca Heredia,
ex presidenta de la Asociación de Familiares de Detenidos, Desaparecidos yMártires por la Liberación Nacional (Asofamd) que reclama la creación de una
Comisión de la Verdad, Memoria, Justicia y Reparación por las violaciones a los
derechos humanos en Bolivia entre 1964 y 1982.
[1] Luis Faustino
Stamponi. Una vida en la lucha armada, 1962-1976. Por Gustavo Rodríguez Ostria.
Lucha Armada en la Argentina. Anuario 2011.
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