Por Ana Belén Zapata *
Para
el Juez Pontet, Vicente Massot era un “joven novato periodista de un medio
local” en 1976 cuando asesinaron a Heinrich y Loyola. Y que, como tal,
“no tuvo arte ni parte” en las decisiones empresariales durante los conflictos
del diario con sus trabajadores entre 1973 y 1975, ni cuando luego
de los mismos –y como consecuencia de ellos- se produjeron los brutales
asesinatos de los gráficos. Pontet -más en rol de defensor que de un juez- opta
por creer cien por cien la versión de Massot y en consecuencia resolver
la falta de mérito para él en este caso.
Vicente Massot |
A
lo largo de su resolución, el juez pretende instalar la idea de que a Heinrich
y Loyola los asesinó la Triple A y de esta forma desligar de
responsabilidad en estos actos a la patronal de La Nueva Provincia.
Para
decir eso, en su escrito, Pontet mal usa, falsea y descontextualiza parte de
mis trabajos.
El
juez llega a decir que: “la investigadora Ana Belén Zapata ha
asociado directamente el hecho del que resultaron víctimas HEINRICH y LOYOLA con
las acciones perpetradas por el grupo parapolicial conocido como Triple A.”
para luego afirmar que “Ana Belén Zapata insiste en la hipótesis que los
asesinatos de Heirnich y Loyola son atribuibles a la Triple A”.
Esto
además de ser falso y erróneo, es una deliberada tergiversación de mi
investigación la cual aparece burda y alevosamente citada casi 17 veces en sus
345 páginas, como si con esto Pontet buscara parafrasear a su DEFENDIDO,
Vicente Massot- cuando decía en indagatoria que: “es de particular
interés traer a comento los otros libros, ponencias, artículos, que en el curso
de los últimos años ha escrito la misma Licenciada en Historia Belén Zapata,
que se ha especializado precisamente en el tema de los conflictos laborales que
se dieron entre 1973 y 1975 en LNP. Dada la clarísima animadversión de la
licenciada respecto de LNP, cosa que es fácil de detectar a partir de la
lectura de todo ese material, nadie podría, al menos en su sano juicio suponer
que existe de su parte hacia el diario algún tipo de favoritismo.”
Ahora
bien, yo digo en un artículo que es necesario comenzar estudiar los nexos y
vasos de convergencia entre las formas de represión paraestatal anteriores a la
dictadura y las que se produjeron durante la misma, pensando en lo
complejo de las transiciones y más concretamente en las formas de violencia,
modus operandi y mano de obra que muchas veces compartieron tanto bandas y
organizaciones criminales tipo Triple A, con las fuerzas militares y/o
policiales que operaron ya en contexto dictatorial. Es desde esta línea de
análisis que menciono el caso de la llamada “Cueva de los leones” como
uno de los lugares comunes donde los grupos paraestatales locales
arrojaban los cuerpos de sus víctimas, allí donde también aparecieron los
cuerpos de Heinrich y Loyola. Pero esto, DE NINGUNA MANERA, es afirmar
que a Heinrich y Loyola los mató la Triple A.
Claudio Pontet |
El
inconsistente argumento de Pontet se fundamenta en “la enemistad abierta entre
la Triple A y La Nueva Provincia” interpretando que para la Triple A, asesinar
a Heinrich y Loyola fue como “matar dos pájaros de un tiro” al eliminar a dos
obreros “vinculados a Montoneros” (?!!) y al mismo tiempo dañar al diario
frente al cual sentían aversión. ¿Pero cómo? ¿Asesinando a los dos trabajadores
que más dolores de cabeza les traían a los Massot???
Primero,
ni Enrique ni Miguel Ángel formaban parte de Montoneros, la vinculación –por
demás forzada- que plantea Pontet es a partir del testimonio de Enrique Marano
quien solo menciona una reunión en el SAG con dos integrantes de Montoneros que
intentaban convencer a Heinrich y Loyola de volar la rotativa del diario (hecho
que finalmente jamás sucedió)
Por
otra parte, Pontet menciona la “conocida oposición y denuncia del diario a las
actividades de la Triple A.” Eso es por lo menos discutible, y resulta
necesario plantear matices y contextos diversos frente a las relaciones entre
la dirección de La Nueva Provincia y “la Triple A”. Porque, si acaso fuera
real, que el juez leyó los 10 años de editoriales de La Nueva Provincia que
dijo que leyó… no se le habría escapado que justamente es en uno de los
mencionado en su resolución (Estado de sitio: Recuperar el monopolio de la
fuerza legítima, del 8 de noviembre de 1974) donde el diario justifica el
accionar de la Triple A para “eliminar el terrorismo” Cito: “La Alianza
Anticomunista Argentina, si bien se mira, ha reaccionado contra una situación
de inseguridad hábilmente explotada por el criminal terrorismo marxista. Ha
reaccionado reivindicando una violencia que el Estado no sabe o no quiere hacer
efectiva contra las huestes de Santucho y Firmenich. Mientras estas, entonces
desarrollaran una táctica de ataque frontal al Estado y sus instituciones, la
AAA pretende, por medios contraterroristas, eliminar un terrorismo frente al
cual el Estado se muestra impotente.” (LNP, 8/11/1974)
Pontet
menciona los enfrentamientos armados entre la guardia de La Nueva Provincia y
la patota de Ponce; menciona las denuncias de Diana Massot sobre las
“desprolijidades” de la nefasta “fiambrera”; pero casualmente (o no tanto) se
olvida de mencionar el encuentro cordial entre Ponce y Diana Massot en su
departamento de calle Cerrito donde el diputado y la empresaria charlaron
“cuestiones de hacienda”. Es su propio DEFENDIDO quien menciona este encuentro
en su indagatoria. Entonces ¿en qué quedamos?, si asumimos que Ponce era Triple
A en Bahía Blanca ¿cómo era la cosa? , ¿Se tiroteaban entre las patotas y
después salían juntos a comer la empresaria y el diputado?...Por lo pronto la
cosa era un poco más compleja de como la quiere presentar Pontet.
Ahora
vayamos a la parte anacrónica del argumento de Pontet. Para el juez hacia fines
de junio principios de julio de 1976, con la dictadura ya instaurada, la Triple
A seguía operando, a sus anchas, al punto tal de organizar dos secuestros
sincronizados en las casas de Heinrich y Loyola. Otro dato que “se le pasó” al
juez de las lecturas rápidas, es la nota de La Nueva Provincia del 31 de marzo
de 1976 en la cual se anuncia que, entre otros sindicalistas, para ese entonces
había sido detenido por las fuerzas militares RODOLFO PONCE. Para quien luego,
asimismo, el 18 de junio la Junta Militar dispuso sanciones por delitos de
corrupción, abusos de poder, y enriquecimiento ilícito. Junto a Ponce figuraban
también Isabel Perón, Lorenzo Miguel, Rogelio Papagno, Carlos Menem y José
López Rega entre otros… Pasando en limpio; si asumimos que Ponce era la Triple
A local, ¿cómo se explica su actuación en este contexto en el que el mismo
Ponce había sido ya detenido por los militares?
Es
simplista y endeble la representación que Pontet tiene de lo que fueron las
organizaciones paramilitares. Por lo contrario, no es nada sencillo pensar,
historizar, investigar sobre la Triple A: cómo se formó, cómo operó y aún más
complejo: cómo y cuándo se desmembró, qué parte de su mano de obra resultó
“reciclada” en el terrorismo de Estado; es decir, la compleja transición
de estas formas represivas, esto que Pontet no llega a ver en sus ciegos
esfuerzos por liberar de culpa y cargo a su DEFENDIDO.
Por
otra parte, la manipulación que Pontet hace de los testimonios de las víctimas
resulta alevosa. Es por lo menos vergonzosa la parcialidad con la cual Pontet
decide dar crédito a una parte del testimonio de Vilma Denk, pero desestimar
otra. Entonces el juez va a subrayar que a Enrique Heinrich lo amenazaban desde
la CGT de Ponce, pero menoscaba la parte del relato de Vilma en la cual ella
explica que “la dueña de La Nueva Provincia los ´volvía locos´ y ´los
amenazaba´ por los paros que hacían.”
A
Pontet “no le parece razonable”: “suponer que los directivos del diario La
Nueva Provincia se hayan tomado el trabajo de documentar un conflicto por actas
notariales para luego decidir eliminar a los trabajadores que encabezaban el conflicto
gremial y que figuraban en esas mismas actas, junto con ellos: lógicamente, en
caso de ocurrir las muertes de los empleados, aquellas constancias probarían un
supuesto móvil en una eventual investigación penal, y los principales
sospechosos serían -sin dudas- ellos mismos.” Y es así que el juez no
entiende por qué razón los habría mandado a matar la empresa si “el
conflicto ya había terminado” para 1976. Pontet “no se explica” ¿porqué la
empresa habría querido deshacerse de dos de sus trabajadores más combativos
cuando el conflicto ya estaba saldado? Con esto el juez pretende
invisibilizar el efecto aleccionador que tuvo para todos los gráficos del
taller y de la empresa en general, los brutales asesinatos de sus compañeros.
La Nueva Provincia no volvió a tener luchas internas ni conflictos
laborales en los años siguientes y hasta el día de hoy ¿acaso piensa que nada
de eso tuvo que ver con los asesinatos? El amedrentamiento le sirvió a la
empresa para cambiar su sistema de producción y aumentar su productividad con
el sistema de impresión off set, para cuya implementación la empresa pudo
prescindir de los operarios que ya no necesitaba y beneficiarse con las
condiciones y la legislación laboral que la dictadura había suprimido. “Le
tenemos miedo a la señora de Massot” decían los gráficos en actas de
asambleas, luego de los conflictos. Además, el juez agrega que: “la
actuación en las tratativas laborales y/o sindicales con los delegados
gremiales es absoluta y totalmente lícita. Lo único que demuestran las actas es
la existencia de un conflicto gremial (lo que era público y notorio) y
eventualmente, detraer de ello la existencia de un móvil para el crimen. Pero
es claramente inidónea tal prueba para acusar de homicidio o de participación
en el genocidio a quienes llevaron a cabo tal negociación sindical.” Decir
esto es no entender nada del contexto de época, de la movilización social
existente en años previos a la dictadura y de la realidad de cientos de
establecimientos y fabricas en todo el país en los cuales –como en La Nueva
Provincia- encontramos que la situación de conflictividad laboral previa al
golpe resultó en factor determinante para el posterior secuestro, la
desaparición y el asesinato de miles de delegados de planta, gremialistas o
trabajadores de base ya en contexto dictatorial.
Por
otra parte, sobre el informe de Prefectura en que los servicios de inteligencia
establecen los miembros de la “guerrilla sindical” a ser “raleada de LNP”
Pontet se pregunta en un esfuerzo por resultar incisivo “¿porqué las fuerzas
militares no siguieron matando a los demás trabajadores que estaban signados
como personal a ser raleado y solo asesinaron a Heinrich y Loyola?” Y para
contestarse (¿) trae a cuento testimonio de su defendido, Massot: “Luego, en su
indagatoria del 24/04/2014 a fs 857/68 dijo que: “…en atención a la lectura
de la causa y de la cita del informe de la PNA del 22 de marzo de 1976 respecto
del personal involucrado en los conflictos laborales de 1975 deseo puntualizar
que varios de ellos por no decir muchos de ellos, siguieron trabajando en la
empresa normalmente por espacio de años, algunos todavía forman parte como
empleados de LNP en puestos jerárquicos como el sr. Olivieri y que otro, ya
muerto, el sr. Andueza, llegó a ocupar el más alto cargo del diario por debajo
de la dirección y subdirección, el de secretario general de reacción.” Como
si estos dichos permitieran esclarecer algo…
Respecto
al mismo documento resulta curioso cómo, Pontet se pregunta por el caso del
SOLDINI pero en ningún momento habla de la actuación de JOSÉ HÉCTOR RAMOS
dentro del diario. Se permite dudar respecto a si efectivamente fue la
familia empresaria la que aportó los datos de sus trabajadores a los servicios
de inteligencia de la Prefectura cuando es el mismo informe de inteligencia el
que dice que parte de la investigación sobre los gráficos la realizó Ramos
antes de su muerte. Pontet menoscaba incluso el hecho de que es el mismo
Vicente Massot quien me dijo a mí en la entrevista del 6/06/2013 que Ramos ERA
EL JEFE DE SEGURIDAD DEL DIARIO. Este es un eje fundamental que nos permite
pensar en la responsabilidad empresarial en el señalamiento e instigación
a los asesinatos de Heinrich y Loyola. Pero el juez parece no verlo.
Lo
cierto es que la provisión de información por parte de la La Nueva Provincia
hacia los servicios de inteligencia queda en evidencia – en parte- desde
la doble pertenencia del comisario José Héctor Ramos (que un lado ocupaba
el cargo de Segundo Jefe del Servicio de Informaciones de la Policía de de la
provincia de Buenos Aires y por otro lado se desempeñaba como Jefe de Seguridad
del diario) esto nos muestra un vínculo directo entre la empresa y los
servicios de informaciones. Si a esto le sumamos los testimonios de
trabajadoras que dieron cuenta de la presencia cotidiana de Ramos en los
pasillos de LNP, que solían reconocerlo cuando se reunía con los directivos del
diario en las oficinas de la empresa. Estos son algunos de los detalles que
aparecen en mi tesis pero que, muy convenientemente, Pontet no toma en cuenta.
Para
dejarlo libre de culpa y cargo a Vicente Massot, Pontet le endilga los
asesinatos de Heinrich y Loyola a la Triple A. Y habla de esta organización muy
livianamente, cortanto y pegando textos, tergiversando a su antojo. Como si
reconstruir la estructura de las AAA, su forma de operar, sus redes de
influencia a nivel nacional fuera algo sencillo de realizar. Habla de Triple A
sin tener idea de lo complejo que es analizar este tipo de organización que
justamente por su carácter de clandestinidad e ilegalidad requiere de suma
cautela para analizar la muy fragmentaria base de indicios con la que contamos
para tal fin.
Para
terminar, Pontet cita mucho mi tesis pero evidentemente la leyó muy poco o
nada. A tal punto que ni del título que estaba citando se percató: “Páginas
Manchadas” La metáfora no es nada encriptado. Solo alguien que nunca leyó
mis trabajos podría sostener que en ella desvinculo a La Nueva Provincia
de los asesinatos de Heinrich y Loyola para en cambio decir que los mato la
Triple A.
*
La autora es historiadora de la Universidad Nacional del Sur, becaria del
CONICET y docente de la Universidad de Buenos Aires. Su tesis doctoral,
titulada “Páginas manchadas”, analiza el conflicto de los obreros gráficos con
la patronal de La Nueva Provincia, que derivó en los secuestros, torturas y asesinatos
de Enrique Heinrich y Miguel Angel Loyola.
Cinco oraciones en 38 años. Cobertura de LNP sobre los asesinatos de Heinrich y Loyola. |
2 comentarios:
DIGA LO QUE DIGA PONTET MASSOT ES CULPABLE DE DELITOS DE LESA HUMANIDAD!!!!!!!!COMO BLAQUIER ; FORTABAT Y OTROS EMPRESARIOS!!!!!!!!!!!
MASSOT ES CULPABLE!!!!!!!!!!!!!!!
Publicar un comentario