Por D.M.
El
avance de la investigación sobre la actuación del empresario Vicente Massot
durante el terrorismo de Estado genera resistencias cada vez menos sutiles de
la corporación judicial de Bahía Blanca. Los fiscales federales Miguel
Palazzani y José Nebbia denunciaron el lunes una “burda maniobra” que “tiene
por fin último” impedir que el juez federal subrogante Alvaro Coleffi se
pronuncie sobre la situación procesal del dueño y director del diario La Nueva
Provincia, a quien indagó en dos oportunidades. Las caras visibles de la jugada
denunciada por los representantes del Ministerio Público Fiscal, que enviaron copia
al Consejo de la Magistratura, son el secretario del juzgado penal Mario
Fernández y el juez subrogante Santiago Ulpiano Martínez, ambos con
antecedentes en la materia. El próximo paso correría por cuenta del abogado de
Massot, Rubén Diskin, quien necesita imperiosamente un argumento para recusar a
Coleffi.
Santiago Martínez |
Palazzani
y Nebbia llegaron a Bahía Blanca el año pasado en reemplazo de Abel Córdoba,
actual titular de la Procuraduría de Violencia Institucional. A diferencia de
quienes operaron en distintas épocas a favor de la impunidad, los tres fiscales
son foráneos en la ciudad de Massot, igual que los jueces del Tribunal Oral que
en su sentencia ordenaron investigar a los directivos del multimedio por su
“campaña de desinformación y propaganda negra” antes, durante y después de la
dictadura.
El
avance de las causas sobre civiles vinculados con el Estado terrorista generó
resistencias desde el comienzo y en todo el país. Ocurrió con los jueces de
Mendoza que hoy están en el banquillo, con los abogados de la CNU de Mar del
Plata y con el empresario Pedro Blaquier, entre otros. En Bahía Blanca, el
antecedente más lejano es el del ex juez Guillermo Madueño, que primero se fugó
y luego murió sin ser procesado gracias a los oficios de varios colegas. Sus ex
secretarios Hugo Sierra y Gloria Girotti dan pelea con relativo éxito. El ex
capellán Aldo Vara se benefició por la vista gorda de Martínez, que no encontró
elementos para imputarlo, y cuando la Cámara Federal revirtió esa decisión ya
estaba escondido en una parroquia de Paraguay, donde murió días después de ser
detenido. Si Vara contaba con hospedaje y financiamiento de la Iglesia
Católica, servicios por los que fue procesado el obispo bahiense Guillermo
Garlatti, ningún caso inquieta tanto como el de Massot, dueño del diario
centenario de Bahía Blanca y eterno operador político en las sombras.
Las
primeras negativas al intento de investigar a La Nueva Provincia (LNP) las
recibió el fiscal Córdoba: el entonces juez Alcindo Alvarez Canale y el
subrogante Eduardo Tentoni no se animaron a allanar la empresa. Cuando
Palazzani y Nebbia tomaron la posta de Córdoba, tras la sentencia que ordenó
avanzar sobre el rol criminal de LNP, se toparon otra vez con Martínez, que en
una carilla y sin mayores fundamentos rechazó la imputación de Massot. Igual
que en el caso de Vara, la Cámara revirtió esa resolución. Entonces asumió como
juez subrogante Coleffi, quien primero se animó a allanar el diario y luego a
indagar al empresario.
Fernandez padre, desafiando a la dictadura. |
El
viernes pasado, horas después de que los fiscales presentaran un documento de
600 páginas para reforzar la acusación contra Massot, entró en escena el
secretario Fernández. Se trata del hijo de Augusto Fernández, un ex camarista
que antes de jubilarse excarceló a 36 represores y que llegó a marchar por las
calles bahienses con una bandera argentina y un cartel que imploraba “¡Basta de
Kdenas!”, no en 1976 sino en 2012. La propia Cámara, tras la partida del padre,
le llamó la atención al hijo por hacer tareas de inteligencia sobre víctimas de
la dictadura en el contexto de una frustrada operación para ensuciar al fiscal
Córdoba. “Indebido escrutinio e individualización de personas”, le advirtieron
entonces los camaristas Pablo Candisano y Angel Argañaraz.
En su escrito,
Fernández no denunció nada: sólo dijo que le produce “violencia anímica y
moral” que Coleffi haya recibido a los fiscales en su despacho, un modo de
prepararle el terreno al defensor formal de Massot. Palazzani y Nebbia,
obligados a pronunciarse, advirtieron que no están “para contestar cinismos ni
hipocresías”, recordaron que por cuestiones operativas esas reuniones son
normales y destacaron que la “preocupación” del secretario es “la evidencia más
cabal –ahora visibilizada por no quedarles otro remedio– de una estrategia
defensista de Vicente Massot y Hugo Sierra”. Agregaron que Martínez es “parte
de la maniobra” aunque “desde las sombras” (porque fue apartado en la causa
Massot y se excusó en la de Sierra porque es su amigo) y recordaron que
Fernández es su secretario. “¿Fernández actúa de igual manera en todas las
causas donde ve o se entera de que algún defensor, fiscal o juez de otra
instancia dialogan entre sí?”, plantearon. La respuesta es no. La evidencia es
que Martínez “ha vacacionado con un juez de Cámara y un fiscal en Europa” (en
referencia a Candisano y a Alejandro Cantaro, que difunden en las redes
sociales fotos de sus viajes) y esos tours entre íntimos que son jueces y
partes “no le han movido un pelo”. Calificaron a Fernández como “un simple
alfil, seguramente movido por otros designios”, y llamaron la atención sobre la
Cámara, que dejó de asignarle causas a Coleffi desde que procesó al obispo
Garlatti por encubrimiento. Concluyeron con una sugerencia a Fernández: que
“para salvaguardar algo de su dignidad” se excuse y “deje de ser parte de las
urdimbres defensivas de los imputados”.Diario La Nueva Provincia. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario