viernes, 14 de septiembre de 2012

Un claro día de Justicia



Pancartas con fotos de desaparecidos en la Plaza del Sol.



La espera en la avenida Colón. Los 30 mil cuadritos por la memoria de H.I.J.O.S. y el grupo Arte Memoria en primer plano. Atrás las agrupaciones y las banderas.


 
Se hizo Justicia. Un poquito.
El 12 de septiembre de 2012 es ya un día histórico para Bahía Blanca. Un tribunal de la Nación, con más de treinta años de demora, condenó a 17 represores, 14 a prisión perpetua, en cárcel común, por crímenes de la “dictadura cívico-militar”, como enfatizó el juez Jorge Ferro.
Ordenó además que se investigue la participación en el terrorismo de Estado de la familia Massot, propietarios del diario La Nueva Provincia, que ayer dio la noticia chiquita, subestimando otra vez a sus lectores, igual que cuando masacraron a Heinrich y Loyola.
El miércoles la calle fue una fiesta, antes y después, en la Plaza del Sol y en la primera cuadra de avenida Colón. Miles de pibes, muchas banderas, arte callejero, radio abierta, los 30 mil cuadritos por la memoria de H.I.J.O.S. Bahía Blanca y el grupo Arte Memoria, pañuelos blancos, las fotos de desaparecidos en pancartas, pibes no tan pibes abrazándose y llorando y celebrando por fin una condena, la primera.
Comparto desde este blog testarudo la nota publicada en PáginaI12 (con algunos testimonios que por razones de espacio quedaron afuera) pero también fotos inolvidables que sacó Marcelo Núñez, y algunas imágenes y videos que me permití copiar de redes sociales y son imprescindibles para mostrar todo lo que quedó afuera de una crónica escrita a las apuradas y llorando de tristeza y alegría, todo mezclado.
Quiero agradecer desde este lugar las infinitas muestras de afecto recibidas en estos días. Me vienen mil nombres a la cabeza, por lo que prefiero no enumerar.
A los asesinos, a los torturadores, a los secuestradores, a quienes los encubren, a quienes los acompañan en silencio sin pedirles que rindan cuentas, sepan que la lucha contra la impunidad renace una y otra vez con más fuerza. Sepan que somos cada vez más quienes no vamos a bajar los brazos. Tengan claro que a Noemí Labrune, Ernesto Malisia, Hugo Cañón, Luis Cotter, Mirta Mántaras, Eduardo Hidalgo, Alicia Partnoy, Abel Córdoba, Mara López Legaspi, Mónica Fernández Avello, las compañeras de H.I.J.O.S. y tantos otros y otras que dieron pelea en distintas épocas, se suman ahora centenares de pibes dispuestos a exigir memoria, verdad y justicia. Todavía están a tiempo de decir dónde están los desaparecidos y las criaturas nacidas en La Escuelita. Nunca es tarde para un mínimo gesto de humanidad.
Un abrazo a todos.
DM.




El aula magna de la UNS empieza a poblarse. Los imputados esperan su sentencia.







Mario Carlos Antonio Méndez, “El loco de la guerra” para los colimbas. Ex miembro de la “Agrupación Tropas”, el grupo de tareas que se encargaba de los secuestros de madrugada.
 
 
Los fiscales Abel Córdoba, Félix Crous y Horacio Azzolín antes de la sentencia, en la radio abierta de FM de la Calle, entrevistados por el periodista Mauro Llaneza.

 

Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, en la Plaza del Sol.
 
 
Pancartas con algunos de los 30 mil dibujos de la pintura colectiva que organizaron H.I.J.O.S. Bahía Blanca y el grupo Arte-Memoria.
 
 

Abrazo entre Nora Cortiñas, Celia Korsunsky y la legisladora Gabriela Cerruti, ante la mirada atenta de los gendarmes.

 

Adriana Metz sale del salón donde se leyó la sentencia con la foto de sus padres, Raúl Metz y Graciela Romero. Minutos antes se acercó a los flamantes condenados para gritar “¿Dónde está mi hermano?”, nacido en cautiverio en La Escuelita. Los represores mantienen intacto el pacto de silencio sobre el destino de los desaparecidos y sobre los pibes que se robaron.


Arranca la fiesta. Los 30 mil cuadritos se toman un descanso para escuchar las trompetas de La Pata Tuerta.



 DIECISIETE REPRESORES CONDENADOS, CATORCE A PERPETUA, POR CRIMENES DE LESA HUMANIDAD EN BAHIA BLANCA
Con un reclamo contra la complicidad mediática

El tribunal ordenó que se enviara a los condenados a una cárcel común y que se investigara a los directivos del diario La Nueva Provincia. El juicio lo llevaron adelante jueces subrogantes porque los locales no garantizaban independencia.

Por Diego Martínez
Bahía Blanca empezó ayer a rendir cuentas con su pasado. Un tribunal integrado por jueces subrogantes, con la independencia que los titulares no garantizaban, condenó a prisión perpetua a catorce represores por delitos de lesa humanidad durante “la última dictadura cívico--militar”, enfatizó Jorge Ferro al leer la sentencia. El tribunal ordenó que se revoquen excarcelaciones y arrestos domiciliarios, y que se envíe a los condenados a una cárcel común; pidió que se investigue al ex capellán Aldo Vara, a quien la Iglesia Católica escondió en Cuyo, y que se envíen a primera instancia las publicaciones el diario La Nueva Provincia, que además de comunicados para encubrir fusilamientos publicaba fotos que sólo los servicios de inteligencia tenían. Los jueces pidieron que se investigue a los directivos del diario, hoy a cargo del apologista de la tortura Vicente Massot, por posibles “delitos de acción pública”.
   “Además de justa fue una condena muy valiente, que indica por qué camino hay que seguir: La Nueva Provincia y los religiosos”, señaló el fiscal Abel Córdoba en medio de mil abrazos. “No me sorprendió, confirma las hipótesis de la fiscalía: los directivos del diario no sólo deben ser investigados por los asesinatos de Heinrich y Loyola”, agregó en referencia a los delegados gremiales secuestrados, torturados y asesinados en 1976. “Fue un gesto de enorme valentía”, destacó el ex fiscal general Hugo Cañón, que impulsó la causa cuando Bahía era tierra arrasada. “Fue una condena ejemplar, parecía una utopía”, celebró.
  La jornada comenzó las últimas palabras de Jorge Granada, el militar que en 2003 ayudó a esconderse a su amigo Luis Patti. “Soy víctima de un poder judicial sesgado”, dijo. “No tengo motivo para decir que los jueces son arbitrarios --se desdijo en segundos-- pues no tuvieron inconvenientes en desprocesarme” (por su rol en el Batallón de Inteligencia 601). “Para derrotar la subversión soy consciente que se han lastimado familias, pero hoy se sigue haciendo lo mismo amparados en leyes”, se permitió comparar.
 La fiesta arrancó con un acto de agrupaciones de izquierda y familiares. “Lo importante es que estamos todos en la calle. Hay que escuchar todas las voces sin censurar ninguna expresión”, explicó Nora Cortiñas, de Madres Línea Fundadora, quien destacó la necesidad de investigar las desapariciones de Julio López y Luciano Arruga, y de avanzar con los crímenes de la Triple A. Sobre el escenario un músico dedicaba un tema “a la memoria de Pepe Zamorano”, un cura con quien se formaron varios pibes que terminaron desaparecidos. Zamorano murió el domingo a los 80 años.
  La lectura de la sentencia fue a sala completa: 280 personas en el aula magna de la Universidad Nacional del Sur, que en 1973 había sido rebautizada como “Mártires de Trelew”. 24 policías y gendarmes rodearon a los imputados, a quienes acechaban las temibles Nora Cortiñas y Celia Korsunsky, Madre de Bahía. En la misma fila estuvo el intendente Gustavo Bevilacqua. A la izquierda los fiscales Córdoba, Horacio Azzolín y Félix Crous, con el equipo de la fiscalía, y los querellantes. A la izquierda, en silla de ruedas, el ex camarista Luis Cotter, quien presidió el primer tribunal que declaró inconstitucionales la obediencia debida y los indultos.
  Ferro, que comparte tribunal con José Triputti y Martín Bava, arrancó con la lectura de las desestimaciones. La primera perpetua fue para el general Juan Manuel Bayón. La sala aplaudió varios segundos, igual que con las trece perpetuas que siguieron. Los imputados escucharon las condenas sin inmutarse, con tres excepciones: Carlos Taffarel se rascó la bocha, Jorge Masson negó con la cabeza, y Vicente Forchetti masticó chicle y miró la hora cuando la enumeración de delitos parecía interminable.
  Ferro detalló en cada caso nombres de víctimas y delitos imputados: privaciones ilegales de la libertad, tormentos agravados, homicidios calificados por alevosía, por la cantidad de asesinos y la planificación de la impunidad, y sustracción, retención y ocultamiento de menores por los nacimientos en cautiverio de los hijos de Graciela Romero y Graciela Izurieta, que aún no recuperaron su identidad.
  El tribunal afirmó por unanimidad que los delitos son “crímenes de lesa humanidad”, en tanto Ferro y Bava consideraron que “se perpetraron en el marco del genocidio sufrido durante la última dictadura cívico--militar”. La sala estalló en un aplauso cuando Ferro leyó que se ordenaba el cumplimiento de la pena un “una prisión común” del Servicio Penitenciario Federal y, de no haber cupo, del provincial más cercano a los (ex) domicilios de los condenados. El tribunal también pidió las respectivas bajas al Ejército, Policía Federal y Servicio Penitenciario, y a la presidenta de la Nación la destitución de los militares.
  El punto 34 fue el pedido de investigar a los Massot. Por los asesinatos de los ex delegados Heinrich y Loyola, sobre los que (des)informaron en 20 líneas cuando aparecieron los cadáveres y nunca volvieron a mencionar, hay ocho marinos y prefectos con procesamiento firme. El tribunal pide ahora que se investiguen posibles delitos que surgen de las publicaciones. El fiscal Córdoba pidió el año pasado que se allanara la sede del diario pero ni el ex juez Alcindo Alvarez Canale ni el juez ad hoc Eduardo Tentoni se animaron a dar ese paso.
  “¿Dónde está mi hermano?”, les gritó Adriana Metz a los condenados cuando concluyó la lectura de la sentencia. Mario Méndez, “El loco de la guerra” en el recuerdo de los colimbas, reaccionó y se trenzó a gritos con Nora Cortiñas. Cañón y Eduardo Hidalgo, secretario general de la APDH bahiense, se abrazaban y lloraban. “Esta es ni más ni menos que la búsqueda de los últimos 36 años, 26 en la APDH”, resumió Hidalgo, que es sobreviviente de La Escuelita y perdió a su hermano y su cuñada, fusilados por el Ejército. “Me queda el gusto amargo de no tener acá a amigos como Emilio Villalba”, otro sobreviviente, que murió antes del juicio.
  “Esto es increíble, y demuestra que cuando nadie abandona la lucha lo posible se vuelve real”, dice con una sonrisa gigante Noemí Labrune, que en plena dictadura y junto a monseñor Jaime de Nevares presentó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos los primeros testimonios de sobrevivientes de La Escuelita. “Son asombrosos, independientemente de la magnitud de las condenas, los efectos civiles y políticos de algunos puntos de la sentencia, como la orden de dar de baja a los condenados. Me sorprendió gratamente la orden de investigar a La Nueva Provincia”, destacó Martín Fresneda, titular de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. “Esto recién empieza”, se esperanzó Mario Medina, sobreviviente y ex diputado del Frejuli. “Es el principio de un largo camino que debe seguir por La Nueva Provincia y la Marina de Guerra”, señaló. “Es un acontecimiento histórico para Bahía. Fue un fallo ejemplar”, resumió el ex juez Cotter. “Empezamos a caminar”, se esperanzó Celia Korsunsky, con su pañuelo blanco sobre la cabeza, y cerró con una pregunta: “¿Se animarán con La Nueva Provincia?”.

3 comentarios:

  1. Excelente nota primo... muy emocionate los hechos. Y como siempre digo, todo llega en la vida, todo se paga.

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