Página/12
En el segundo día de audiencias en Bahía Blanca se pudo reconstruir parte de la historia de Zulma y Graciela Izurieta, dos hermanas que desaparecieron en el centro clandestino del Quinto Cuerpo de Ejército. Graciela tuvo un hijo en cautiverio.
Por Victoria Ginzberg
“Ando con los malestares propios de los seis meses y medio de embarazo, pero este hijo me da tanta fuerza y tanta fe que soy capaz de soportar todo esto con mucha esperanza. Necesito que estén tranquilos y con fe, que todo va a ir bien. Espero muy pronto poder verlos.” Este es un fragmento de la carta que Graciela Izurieta escribió a sus padres mientras estaba secuestrada en La Escuelita y que fue leída ayer ante la Cámara Federal de Bahía Blanca, en el segundo día del juicio que investiga lo ocurrido con los desaparecidos durante el proceso en jurisdicción del V Cuerpo de Ejército.
La carta decía también, “díganle a Zulma que se cuide mucho, no quiero que tenga que sufrir todo lo que he pasado”. Sergio Andrés Voitzuk, quien estuvo detenido durante un mes en La Escuelita, relató ante la Cámara que Zulma Izurieta, la hermana de Graciela, también estaba allí. Y que en un momento en que la venda se lo permitió, vio a una mujer embarazada. Es decir, que las hermanas pudieron haberse encontrado en el centro clandestino. Ambas están desaparecidas. La carta que escribió Graciela y que un guardia hizo llegar a la familia está fechada el 1º de diciembre de 1976. La mujer pedía que su hermana, que estaba en Córdoba, se cuidara.
Voitzuk estuvo secuestrado desde fines de diciembre de 1976 hasta finales de enero de 1977. En esa época Zulma ya estaba en La Escuelita. Ella le contó a Voitzuk –uno de los quince alumnos de la Escuela Nacional Técnica Nº 1 de Bahía Blanca que estuvieron en ese centro de detención– que ella y su compañero, de apellido Giordano, habían sido traídos desde el campo cordobés La Perla. Giordano, al parecer de Voitzuk, era militante montonero y había sido trasladado a Bahía Blanca para aclarar si el grupo de estudiantes de la ENET secuestrados a fines de diciembre de 1976 había participado de un ataque a una concesionaria de autos. “Ella (Zulma) me dijo que a nosotros nos iban a soltar porque él ya había dicho que no teníamos vinculación con el hecho”, manifestó ayer Voitzuk. El testigo agregó que escuchaba a Zulma conversar con otra mujer, pero que no podía asegurar que fuera con la embarazada. El hijo de Graciela Izurieta debió nacer a mediados de febrero de 1977.
La otra detenida embarazada que fue vista en La Escuelita es Graciela Romero de Metz. Su hijo nació frente a otras secuestradas el 16 o 17 de abril de ese año. El presidente de la Cámara bahiense Luis Alberto Cotter recordó el lunes, al iniciarse las audiencias, que aún no se sabe qué tribunal llevará las causas por apropiaciones de menores presentadas por las Asambleas Permanentes por los Derechos Humanos de Bahía Blanca y Neuquén. Pero el destino de sus madres se investiga en este juicio “por la verdad” sobre lo ocurrido con los detenidos del V Cuerpo de Ejército.
Voitzuk y Emilio Villalba, ex profesor de la ENET Nº 1, narraron ayer ante los cuatro camaristas, el fiscal Hugo Omar Cañón, la abogada Mirtha Mántaras y cincuenta espectadores los detalles de sus cautiverios en la Escuelita durante fines de 1976 y principios de 1977.
Villalba, hoy un hombre de 65 años de aspecto humilde, hizo un relato fragmentado, por el que constantemente pedía perdón, y no pudo contener las lágrimas al describir cómo había sido torturado. Voitzuk, que es médico, se mostró tranquilo ante el tribunal. Ambos hicieron una descripción del centro clandestino que funcionaba dentro del V Cuerpo del Ejército coincidente con la que realizaron los testigos el lunes.
El defensor sancionado
La Cámara Federal de Bahía Blanca apercibió ayer al defensor público Luis Angel Devaux, que consideró que sus servicios no eran necesarios en el juicio en el que se investiga lo ocurrido con los desaparecidos en el Cuerpo V. El lunes, después del cuarto intermedio de las nueve de la noche, Devaux dio por concluida la jornada y se retiró del tribunal. La Cámara tuvo que comunicarse con él para que regresara. Ayer, directamente no fue y mandó una carta asegurando que debía realizar otras tareas. “Yo acá estoy pintado, mañana no voy a venir”, había adelantado el lunes a los periodistas. La presencia de Devaux es necesaria por si se producen falsos testimonios, autoincriminaciones, y en el caso en el que declaren posibles imputados.
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